miércoles, 17 de octubre de 2012

Historias de juventud

Esta historia sucedió cuando yo era jovencito y salía de discos por la zona de Marina. Tenía 20 años.

En aquélla época, el folleteo era de bastante interés para mí en un sábado por la noche, pero sin buscar nada, me gustaba el morbillo de poder ligarme a alguna chica.

Sucedió que un sábado por la noche, empecé a tirarle los tejos a una chavala que me había gustado (en esa época, mi fealdad post-acné-adolescente sólo me permitía tener éxito con chicas muy normalitas, pero muy simpáticas, algo que aprecié entonces y que actualmente me seduce mucho más que un pibón de revista). Es decir, mujer de toda la vida, bien vestida, bien perfumada y simpática

La chica era morena con pelo largo, ojos demasiado pintados para mi gusto, poco escote, pero con unos tejanos que le hacían un culazo tremendo. No sé si por los tejanos o porque estaba macizorra y bien rellenita, como me suelen gustar.

La invité a tomar algo conmigo si le apetecía, ya que le dije que no iba a gastar mis dos consumiciones y me parecía apropiado gastarlas en alguien como ella.

Aceptó la invitación y tomó un vodka con Martini que compartió conmigo (que conste que no me gusta nada ese combinado). Su voz era algo estridente, quizá por la música o el tabaco de la sala (qué años aquellos en los que entrabas en una disco y había niebla. Es mucho mejor ahora, sin el tabaco en el ambiente, según mi punto de vista).

Estudiaba algo que ya no recuerdo y me dijo que era de santa coloma. Había venido con dos amigas más que intentaban bailar en un pequeño espacio que había sobre un mini escenario que en alguna ocasión había servido para algo más que para aquello.

Sus ojos eran marrones, pero de aquéllos que son como verdosos. Muy grandes, enamoradizos.

La chica me gustaba. Quizá por el sueño o qué, ella pensó que lloraba y le dije que me picaban los ojos.

Me dijo si quería salir un rato de la disco. Le dije que sí ,pero si ella me acompañaba. Aceptó.

Salimos y charlamos con tranquilidad. Allí estuvimos un buen rato, apoyados a un coche que dejamos sin polvo sobre la aleta de la rueda del copiloto.

Poco a poco me iba acercando a ella y ella se acercaba a mí. Le cogí de la mano y le dije de entrar de nuevo.

En la disco bailamos juntos un rato y ella parecía contenta, feliz, animada, guapa, muy guapa.

Llegó ese momento en que empieza a sonar la canción lenta de fin de fiestas, a eso de las 3:00 AM. Creo que ahora eso ya no lo hacen (iba muy bien para consolidar un ligue como aquél). Así que la tomé por la cintura y bailamos en plan más parejilla. Ella desde abajo me miraba, ya que su altura no era demasiado alta.

En medio de la música, me apeteció un montón besarla. No hacía más que mirar sus labios carnosos, brillantes y algo rojizos del pintalabios.

Ella se fijó en que le miraba la boca y me sacó la lengua para posteriormente chuparse los labios, haciendo desaparecer gran cantidad de pintalabios.

Yo es que era tonto! porqué había hecho eso? Pues pelotas! para que la morrease! Y yo como un tontolaba allí intentando bailar con ella. Al final, como ella vio que no la besaba me dijo:

- Me he limpiado el pintalabios. No quieres?

Entonces mi neurona entró en acción y pillé la directa. Asentí y la besé. Guau! Menuda boca. Qué calidez.

El ligoteo estaba consolidado. estuvimos paseando un rato hasta bajar a la playa y allí me dio el teléfono de su casa. Le dije que me gustaba y ella me dijo que teníamos que ir poco a poco.

La llevé a su casa y ahí quedó la cosa. Un par de pajas en casa pensando en ella y listos.

El jueves siguiente llamé y se puso su padre. Pregunté por ella y allí estaba aquélla voz estridente (confirmé que no era del tabaco de la sala: tenía esa voz).

La invité a salir el viernes, aceptó.

Fuimos a una sala donde ponían rock y estuvimos en plan parejita super bien. Al salir, ambos supercachondos, me la llevé al coche y follamos como posesos. Qué buen culo tenía la chavala! Cómo la chupaba, que casi me corría con sólo notar su boca en mi capullo. Tenía muy poca experiencia, ya que tuve que indicarle un par de cosillas mientras me la chupaba, pero su coño me acogió como un cojín calentito. Ohhhh Qué gustazo, me la follé usando dos condones. Le comí el coño, las tetorras que tenía, con unos pezones negruzcos y grandes que me volvían loco.

Hasta las 6 follando y luego fuimos a comer churros (ella ya había comido el mio por eso, jejeje).

Nada, que al final fue mi novia, sí. ja ja ja.

Y como novia ,en la cama un 10, como mujer un 10, como pareja un 10 y como sumisa un... 20!!!

Menuda mujer más entregada!!!! De todo me dejaba hacerle, imaginad.

Guapa! guapa! guapa!

Lástima que se mudó al cabo de tres años a Granada con sus padres porque trasladaron a su padre, pero el noviazgo, a pesar de intentarlo llevar en la distancia, no pudimos aguantarlo y tuvimos que dejarnos.

Ahora está casada y es madre de un par de churumbelees muy majos y entre y yo hay una buena amistad, sin ningún tipo de relación sexual. Estamos conectados mentalmente y nos basta.

viernes, 4 de mayo de 2012

Labios y tetas

Anna. La conocí una noche, cuando salí con la empresa a cenar. Ella era una chica de otra cena de empresa. Estábamos sentados espalda contra espalda en la mesa.

Se levantaba para ir al baño y al volver, su perfume se metía por mi nariz como veneno sexual. Olía a hembra, limpia, tentadora, dulce. Su coño me llamaba.

Al salir de la cena fuimos a un bar a tomar algo, algunos compañeros del trabajo decidieron irse ya para casa, otros nos quedamos un rato más. Yo pensaba en el perfume de esa mujer.

Curiosidades de la vida que ella entró en el bar a tomar algo, media hora después. Había música, gente, algo de descontrol, ruido. Ella me miró un instante, como recordando... estos tíos me suenan del restaurante.



La vi algo agobiada. Sin duda dependía de alguna compañera para llevarla a casa y no estaba a gusto allí. Hacía años que mis dotes para ligar habían quedado atrás, pero tímidamente me acerqué a ella y simplemente me dije:

- Demasiado ruido. ¿Te apetece ver las estrellas?

No escogí bien la frase. Ella se lo tomó como algo sexual (viendo las estrellas de placer), rió y me dijo, si es para mirar al cielo, sí. Me sentí mal, como un tonto. Un desgraciado por mi maltecha frase

Salimos, nos presentamos. Que si Anna por aquí que si trabajo de tal, que si cual. Pregunté por su perfume (feromonas puras), me respondió (no revelaré la marca si me disculpais). La chica con novio, comida de empresa, algo timidilla, pero unos labios... Pocos labios he visto como esos. Me llamaban la atención y ella lo notaba.

- ¿A qué te referías con ver las estrellas? replicó ella.
- A salir a la calle, sin ruido, disfrutar un poco sin agobios. Le dije. - Y tú? a qué te referías con tocar el cielo?, añadí.
- ¿Tocar el cielo? Yo no dije eso! - respondió ella. - Dije ver el cielo! que es muy diferente. - Añadió.

Sin duda, había empezado la seducción.

Tras un buen rato de charla, por algún motivo la convencí de ir a follar. Algo inusual que con 20 años no me pasaba nunca. Ella se disculpó con su amiga y se vino conmigo. La llevé a un hotel y estuvimos follando como conejos. Noté que a cuatro patas, le gustaban los azotitos en las nalgas. En los pezones y en las tetas le noché unos pequeños morados. Así que no perdí la ocasión y le propuse vendarle los ojos. Le dije al oído qué quería que le hiciese y me interesé por sus moratones en las tetas.

- Soy sumisa.

Bingo!

Ya sabéis cómo acabó todo. Con novio dominante, e infiel. Algo muy inusual, pero grátamente agradale para mi mente de Amo.

- Ella me dijo

sábado, 28 de abril de 2012

Feladora entregada

Hace unas semanas me contactó por el blog una chica que se presentaba como "feladora entregada". Como título de película me causó buenas sensaciones, así que decidí conocerla y ver si realmente su entrega era tal.

Tras las charlas de rigor y un par de cafés, enseguida entendí sus necesidades que se resumen en dos puntos básicos:

  • Le gusta vestir bien pero en privado le gusta sentirse despojada de sus ropas, ser despeinada y sentirse fea.
  • Se considera mujer romántica, que desea gustar y ser tratada con cariño en público, aunque acepta ser sometida en privado y sentirse entregada.
Le propuse algo sencillo. Le comenté que viniese a nuestra cita bien vestida, maquillada y peinada, pero sin depilar ni rasurar, al natural.

La cita empezó cordialmente en el hall de un hotel, como una pareja más, tomando algo en el bar, y empezando con algunos besos apasionados, algún tocamiento en sus muslos, una caricia, etc.

Tras la copa subimos en ascensor a la habitación, donde le subí la falda y toqué su coño peludo. En ese momento le bajé las bragas hasta los tobillos y ella se las sacó para inmdiatamente metérselas en la boca. Así fuimos hacia la habitación, ella como una señora, con sus bragas en la boca, detrás mio. No nos cruzamos con nadie, así que abrí la puerta y la invité a entrar.

Al girarme y cerrar la puerta vi que ella se había arrodillado y estaba en posición de súplica. Me resultó una idea atractiva y adecuada, para una sumisa. Así que la felicité. La mantuve en esa posición, sin decirle nada mientras fui a echar una meadita. Al salir me dediqué a urgar en sus genitales.

Lo llevaba todo al natural, peludita, como le había indicado, el coño, el culo, le bajaba el pelo por los muslos. La azoté. No dijo nada. Le repliqué, qué se dice? Gracias mi Señor, acabó diciendo.

Bien. La hice levantar para olerla bien, su cuello, su pelo, sus brazos... Ella miraba hacia abajo así que le dije - bésame como si fueras mi mujer.

Ella sin dejar de mirar al suelo se acercó ante mi, levantó la cabeza y tímidamente empezó a mirarme, volviendo la mirada al suelo de vez en cuando. La agarré de los mofletes, le levanté la cara y le dije: - Ahora eres mi esposa. Compórtate como tal.



Ella asintió, me miró, acercó su boca a la mia, se puso de puntillas y se fundió en un beso apasionado, mientras mis brazos la tomában, la aariciaba la espalda, el culo y el pelo.Metió su lengua en mi boca y debo reconocer que me gustó su atrevimiento, que correspondí en un abrazo más pasional. De puntillas hizo saltar sus zapatos de tacón y quedó descalza abrazada a mi cuello.

Me di la vuelta, quedando ella despojada de calzado y algo despeinada. Me senté en la butaca de la habitación.

- Desnúdate mujer. - Le dije.

Ella se ruborizó un poco y empezó a qutarse el vestido. Lentamente le repliqué, sensualmente. erotízame con tu cuerpo mientras te desnudas...

Quedó en sujetador y medias de liguero, sin bragas. La obligué a acercarse y a echarse sobre mi en la butaca.

La toqué lascivamente, la volví a besar, lamer su cuello, meterle mano en su culo, su coño peludo. Vi sus axilas sin depilar también. Hbía hecho un buen trabajo, no se había depilado nada...

La eché al suelo y la acabé de desnudar yo con muy poco tacto, quedando totamente desnuda, despeinada, vejada. Noté que disfrutaba, sus ojos dilatados, incluso mantenía una cara de satisfacción inusual en una sumisa en ese estado.

La maniaté y le apliqué un artilugio para inmovilizarla. La eché sobre la cama y me puse a ver la tele, mientras tocaba su cuerpo cálido, desnudo y atado, a mi antojo.

Cuando me cansé de tele, la miré desnuda, echada en la cama, despeinada y empecé a decirle lo peluda que estaba. Ella asintió y se atrevió a hablarme, diciendo que si yo deseaba podría rasurarla. Me pareció buena ieda, así que la llevé al baño, la metí en la bañera, la remojé con agua calentita, mientras la bañera se llenaba. La desaté de su prisión y me metí con ella y la cuchilla de afeitar que venía con el set de la habitación y los minibotes de jabón que el hotel proporciona a sus clientes.

Le hice levantar los brazos, le aplliqué un poco de jabón y le rasuré las axilas. Hice lo mismo con sus piernas y finalmente su coño y su culo. Una vez rassurada, estuvimos en el agua, donde ella se ofreció a hacerme una felación. Asentí mientras ella se trabajaba mi polla con sus boca de mamona.

Al salir, nos secamos y la monté en la cama como si fuera mi mujer. Le busqué el orgasmo por portarse bien y ella me dio las gracias al acabar.

Al día siguiente me envió un mensaje diciendo que quería otra vez. No tuve más remedio que acudir a la cita y disfrutar.