viernes, 4 de mayo de 2012

Labios y tetas

Anna. La conocí una noche, cuando salí con la empresa a cenar. Ella era una chica de otra cena de empresa. Estábamos sentados espalda contra espalda en la mesa.

Se levantaba para ir al baño y al volver, su perfume se metía por mi nariz como veneno sexual. Olía a hembra, limpia, tentadora, dulce. Su coño me llamaba.

Al salir de la cena fuimos a un bar a tomar algo, algunos compañeros del trabajo decidieron irse ya para casa, otros nos quedamos un rato más. Yo pensaba en el perfume de esa mujer.

Curiosidades de la vida que ella entró en el bar a tomar algo, media hora después. Había música, gente, algo de descontrol, ruido. Ella me miró un instante, como recordando... estos tíos me suenan del restaurante.



La vi algo agobiada. Sin duda dependía de alguna compañera para llevarla a casa y no estaba a gusto allí. Hacía años que mis dotes para ligar habían quedado atrás, pero tímidamente me acerqué a ella y simplemente me dije:

- Demasiado ruido. ¿Te apetece ver las estrellas?

No escogí bien la frase. Ella se lo tomó como algo sexual (viendo las estrellas de placer), rió y me dijo, si es para mirar al cielo, sí. Me sentí mal, como un tonto. Un desgraciado por mi maltecha frase

Salimos, nos presentamos. Que si Anna por aquí que si trabajo de tal, que si cual. Pregunté por su perfume (feromonas puras), me respondió (no revelaré la marca si me disculpais). La chica con novio, comida de empresa, algo timidilla, pero unos labios... Pocos labios he visto como esos. Me llamaban la atención y ella lo notaba.

- ¿A qué te referías con ver las estrellas? replicó ella.
- A salir a la calle, sin ruido, disfrutar un poco sin agobios. Le dije. - Y tú? a qué te referías con tocar el cielo?, añadí.
- ¿Tocar el cielo? Yo no dije eso! - respondió ella. - Dije ver el cielo! que es muy diferente. - Añadió.

Sin duda, había empezado la seducción.

Tras un buen rato de charla, por algún motivo la convencí de ir a follar. Algo inusual que con 20 años no me pasaba nunca. Ella se disculpó con su amiga y se vino conmigo. La llevé a un hotel y estuvimos follando como conejos. Noté que a cuatro patas, le gustaban los azotitos en las nalgas. En los pezones y en las tetas le noché unos pequeños morados. Así que no perdí la ocasión y le propuse vendarle los ojos. Le dije al oído qué quería que le hiciese y me interesé por sus moratones en las tetas.

- Soy sumisa.

Bingo!

Ya sabéis cómo acabó todo. Con novio dominante, e infiel. Algo muy inusual, pero grátamente agradale para mi mente de Amo.

- Ella me dijo