domingo, 24 de noviembre de 2013

El marido escuchaba la follada por el móvil

Una noche, como otras, chateaba en una página de parejas liberales, cuando contacté con un matrimonio de la zona. 38 y 40 años.

Enseguida congeniamos, tras confirmase que les gustaba mucho el juego cornudo-señorona. Tras un buen rato de charla me dijeron: - Propón alguna cosa para ahora.

Y les dije que para ahora no podía. Necesitaba un tiempo para cuadrar una eventual cita. Les dije si les iba bien al día siguiente por la tarde-noche. Aceptaron.

Les propuse quedar en el parking de un centro comercial, en tal zona del mismo y a tal hora, como sigue:

Al llegar ellos ya estaban allí, dentro de su coche y como ya habíamos quedado,aparqué enfrente de ellos, con el carril de circulación del parking entre ambos coches.

Encendí la luz interior de mi vehículo para indicarles que era yo. Al verme ella bajó para, delicadamente atravesar el carril de coches, y dirigirse a mi coche. Se subió y sin mediar palabra, la tomé de la carita y acerqué su boca a la mía para besarla. Su marido desde el coche de enfrente miraba atento.

Ella me acarició la cabeza y pasó su suave mano por mi cuello. Me dijo:

- El cornudo de delante quiere escuchar cómo disfruto, pero ahora está celoso, sin poder escuchar lo que te estoy diciendo.

- Pues dime algo bien guarro para que tenga un buen motivo para sentir algo de celos. - le dije yo.

- Vale. - dijo ella- Quiero ser follada como una autentica zorra, quiero gemir debajo tuyo como si fuese tuya. Quiero tu polla en mi boca y que me llenes de leche la cara.

- Vale, pero antes quiero tocarte un poco delante de tu marido, así sin que pueda hacer nada.

Y seguidamente metí mi mano bajo su falda, separé el tanga y palpé el chocho peludete que tenía. No estaba nada mal. Metí un dedo y luego otro. Ella separó bien los muslos y echó la cabeza hacia atrás, acariciándose el pecho. Su marido miraba desde su coche y yo miraba a ver qué hacía: Parecía que se le movía un brazo: se la estaba pelando.

Saqué los dedos y se los hice lamer a Patricia, que así es como se llamaba, o eso me dijo.

Arranque el coche y me la llevé a una habitación por horas.

Una vez allí llamamos a su marido y pusimos el manos libres. Así habíamos quedado en hacerlo.

Empecé a follarla mientras su marido escuchaba por el móvil los quejidos y ruidos sexuales que practicaba si esposa conmigo. No se callaba para nada y no hacía más que decir lo bien que lo pasaba, que si tócame los pezones, que si métemela por el culo, que si quiero tu semen en mi cara, en mi cara. No! dámelo en la boca, quiero tragarlo!

Una hora de sexo con ella que fue fantástico.

He quedado un par de veces más con ella haciendo la misma historia y ahora se deja azotar el culo y atar las tetas con una cuerda y con pinzas. Algo que su marido también debe escuchar por el móvil mientras se pajea en su coche pensando en cómo lo estará pasando su mujer,


1 comentario: