jueves, 2 de septiembre de 2010

Susana, mujer casada

Hace algún tiempo Susana, la esposa de unos vecinos que vivían en mi escalera me empezó a enviar ciertas ondas sexuales en el ascensor.

Siempre se presentaba muy atenta conmigo, muy simpática y ciertamente agradable cuando podíamos charlar en la escalera o el ascensor. En una ocasión en el ascensor me miró de una manera poco habitual para ella y para una mujer casada. No hice caso a esas señales, pero a medida que avanzavan las semanas y coincidíamos en algún lugar, si ambos nos encontrábamos a solas se tocaba el pelo o ponía las manos en su cadera de una forma, digamos... deliciosa.

tras estas señales preliminares, un día la encontré a dos calles de casa con tres bolsas de compra. cortesmente intenté ayudarla y cedió a darme un par de bolsas. La acompañé hasta el portal y le dije de subir la compra a casa, ya que estaban haciendo la inspección del ascensor de ese año y no se podía utilizar.

ella subió por las escaleras y yo la seguí. Una falda que le llegaba a media rodilla y según pude observar, contorneando las caderas a cada paso. Cuarto piso y llegando, ella empezó a sacar las llaves a media escalera y se le cayeron, aún no sé si por descuido o a propósito, ella se agachó y la falda no le permitía hacerlo de forma cómoda, así que se la arremangó un poco hasta dejar medios muslos fuera. recogió las llaves y abrió la puerta.

En casa ella cerró la puerta y me llevó a la cocina, hablando de que la distribución del piso es diferente al mío. Dejé las bolsas y ella se empeñó en enseñarme las habitaciones y la distribución de su piso. Al llegar a su habitación me la enseñó, y se quedó de pie callada mirándome fíjamente durante unos 4 ó 5 segundos que se me antojaron eternos. Luego me dijo acariciandose el vientre:

- Ahora tienes la oportunidad. - Se quedó callada de nuevo y en pocos segundos me di cuenta de que quería guerra.

Procedí a cercarme lentamente y al ver que ella no se movía de posición, empecé a tocarle el brazo y seguidamente me acerqué a su boca. La besé apasionádamente y ella me acompañó con sus brazos alrededor de mi cuerpo. La estiré en su cama de matrimonio.

Le subí la falda hasta la cintura, la besé, magreé, toqué y seguidamente me encontré acurrucado entre sus piernas oliendo su sexo, separando su braga blanca y metiendo mi lengua hasta el fondo.

sus tetas quedaron libres al sacárselas del sujetador. Me desnudé, se desnudó y empezamos a follar tras ponerme un condón que ella sacó de la mesita de los calzoncillos de su marido.

Acabamos un polvo y empezamos otro, que iniciamos en una silla ante el espejo de su habitación, donde mirábamos nuestras caras de placer. Le pedí hacernos una foto de forma discreta en esa posición y ella accedió:




Desde que me cambié de piso hemos follado una docena de veces más, pero ahora es más difícil ya que vivimos en poblaciones diferentes. espero que algún vecino generoso se la beneficie como lo hice yo, en su propia cama de mujer casada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario